Cuando observó los diminutos dedos de Raquel recién nacida (1972), su abuelo que tocaba el acordeón ya vaticinó que su nieta «tenía manos de pianista». Ahora es licenciada en piano e imparte la docencia en el Conservatorio Profesional de música «Ciutat de Moncada» desde hace 22 años. El pasado mes de marzo recibió el premio que concede el Ayuntamiento de Moncada a las mujeres que trabajan por la igualad por impulsar el programa pedagógico ‘Dones compositores’.

Los inicios de Raquel García Galán estuvieron marcados por el deporte. Ella junto a sus dos hermanos practicaban judo hasta que poco a poco sus amigas lo abandonaron y se quedó sola. Fue entonces cuando su madre la apuntó a solfeo.
«Se me daba bien, -dice Raquel-, al año me dijeron que tenía que elegir instrumento y yo quería un piano, en casa me dieron a elegir entre la flauta o la guitarra, pero en Navidades cuando tenía 12 años me compraron un piano y ahí empezó todo».
Los siguientes años corren de forma vertiginosa. A los 14 años empezó a dar clases particulares de piano y solfeo a los vecinos de su barrio “no he parado nunca de dar clases” afirma Raquel. Entró con una prueba de acceso en el Conservatorio Municipal de Valencia José Iturbi donde cursó los grados elemental y profesional para realizar el superior en el Conservatorio mestre Tárrega de Castellón y todo ello impartiendo clases en escuelas, academias de música en Valencia y bandas de música en Massarrojos y Alfara del Patriarca.
En enero de 2004 entró a formar parte como docente en el Conservatorio profesional de música “Ciutat de Moncada”. Tiene un máster en músicas del mundo, que compagina con la práctica y formación en Biodanza para ayudar a «controlar el miedo escénico a los alumnos, aumentar la autoestima y combatir la rigidez del músico».
«La pandemia -afirma Raquel- cambió muchas rutinas y también la forma de impartir la docencia a través del ordenador. Empecé a buscar videos de música del mundo y partituras de piano. En esa búsqueda encontré composiciones realizadas por mujeres pianistas y los-as alumnos-as empezaron a comparar la técnica. Fue algo maravilloso».
«Seguí buscando pianistas de todo el mundo para analizar la técnica y después aplicarla a las alumnas y encontré obras extraordinarias, temas de mujeres que no los había dado nunca». En el tiempo que lleva de búsqueda incansable de partituras de mujeres, ha encontrado más de 30. «El trabajo que realizo es para la formación de los alumnos y las alumnas que interpreten sus obras y que las conozcan”.
Investigación
Fue a raíz de esta investigación cuando propuso al conservatorio organizar un ciclo de «Mujeres compositoras». «Al principio apenas tuve apoyo ahora la cosa ha cambiado y el ciclo se ha convertido en una cita obligada cada curso». Desde el conservatorio se ha destinado una partida para la adquisición de partituras de mujeres y dar conocer sus obras.
A la pregunta en qué se diferencia una composición de un hombre y una mujer, Raquel es tajante “No hay diferencia de complejidad ó en general creo que hay de todo, lo importante es que hay para todos los gustos y niveles, por eso es importante que se conozcan más y además de su inclusión en las programaciones didácticas, que sea real y sus obras se escuchen más a menudo en las audiciones, no solo en el día de la mujer.
Su compositora favorita es Lili Boulanger (1893-1918), pianista francesa que murió joven y que tiene un estilo típicamente francés con tendencias vanguardistas rozando el impresionismo en sus pocas obras. En la lista incluye a Lola Vitoria Tarruella (1880-1937), Louise Farrenc (1804-1875), Cecile Chaminade (1857-1944) o Rosa García Ascot (1902-2002), que fue alumna de Manuel de Falla; así hasta treinta compositoras de diversos países.
La misión de Raquel es dar a conocer este trabajo para que las generaciones futuras interpreten cada vez más composiciones de mujeres y que los repertorios dejen de ser sinfonías incompletas.









