Luis trabaja en Estados Unidos, concretamente en Chicago y Andrea su novia estudia en Moncada. El horno dels Quatre Cantons recibió el pasado lunes una comanda por mensajería instantánea, en la que solicitaba si podía encargar una «Mocadorà» para su novia que estudia en Moncada y que ella misma pasaría a recoger el detalle. Desde el obrador del carrer pintor Sorolla se pusieron manos a la obra a la espera que Andrea pase a recoger su «mocadorà» que con amor le hace llegar su novio desde la distancia.
Y es que la proximidad del establecimiento con los centros universitarios de Moncada y Alfara ha convertido al Horno del Quatre Cantons en un punto cada vez más frecuentado por estudiantes de todas las nacionalidades que pasan a por bollería o tartas americanas.
En 1961 Luís y Rosario abrieron un obrador en el que fue el corazón comercial de Moncada durante gran parte del siglo XX y ahora sus hijas Marisa y Mariló regentan el negocio. Quatre Cantons lleva elaborando dulces de Sant Donis desde hace más de cuarenta años. «Antes el perfil de compradores de las bandejas de dulces eran hombres de 45 a 60 años. En los últimos años es cada vez mayor el número de jóvenes entre 25-30 años los que se acercan a por mazapanes y pañuelos» afirma Marisa.
«La elaboración de los mazapanes con forma de frutas o verdura (manzanas, naranjas, berenjenas, plátanos…) en alusión a la huerta, es artesanal y laborioso como lo venimos haciendo desde hace más de 40 años. Habitualmente participamos en el concurso que organiza el Gremio de Maestros Confiteros de Valencia donde hemos obtenido durante varios años el premio a la degustación» indica Marisa.
Cada 9 d’Octubre, coincidiendo con el Día de la Comunitat Valenciana, se celebra la festividad a Sant Donís, considerado popularmente como el «día de los enamorados«. La costumbre dicta que los enamorados regalen a sus parejas la Mocadorà.
El origen de esta tradición se remonta al siglo XVIII, cuando, tras la Guerra de Sucesión, el rey Felipe V prohibió las celebraciones populares del 9 de octubre, en las que se solían lanzar petardos en honor a la entrada de Jaume I en València. Como alternativa, los confiteros crearon dulces en forma de «piulets» y «tronadors», imitaciones de aquellos petardos, que pronto se convirtieron en símbolo de la festividad.