Inés Pedrós Alpicat (Moncada, 1388-1428) conocida tras su muerte como «la Venerable Inés de Moncada» murió tal día como hoy, 25 de junio del año 1428. Su cuerpo fue hallado en la cueva donde vivía como anacoreta por los monjes de la cartuja de Porta Coeli.

Los diferentes trabajos que ahondan en la historia de Inés Pedrós señalan que su vida dio un giro inesperado durante el día de Navidad en la misa de l’Alba cuando contaba cinco años de edad. Durante la ceremonia, Inés afirmó haber visto el rostro de Jesús, una experiencia que marcó su vida para siempre.
Años más tarde, movida por una gran vocación religiosa intentó entrar en la Cartuja de Porta Coeli haciéndose pasar por hombre. El engaño fue rápidamente descubierto y la joven fue inmediatamente expulsada de la cartuja. Por ello buscó refugio en una cueva cercana donde poder vivir su vida de retiro y oración alejada del mundo durante 20 años, hasta su muerte. El lugar es conocido y visitado y en él pueden verse diversas inscripciones e incluso azulejos conmemorativos.
Hasta la fecha el libro más documentado es obra de Honorat J. Molins que lleva por título ‘Escritos biográficos sobre Inés de Moncada‘ editado en 1978 por el entonces Museu Municipal con motivo del 550 aniversario de su muerte. El ejemplar es una completa y exhaustiva recopilación de textos sobre Inés de Moncada.
La vida de la Venerable Inés que estuvo marcada por un halo de misterio y espiritualidad está presente en Moncada con una calle que discurre desde el carrer Sant Roc a la avinguda Nou d’Octubre. La capilla de la Adoración de la iglesia de San Jaime Apóstol lleva su nombre y también el medallón del milagro eucarístico de Moncada grabado en el templete de la custodia del Corpus. La casa natalicia ya desaparecida se ubicaba en el carrer major junto al musical y fue derribada en los años 70 para acometer la expansión urbanística que conectaba con la avenida Fernando el Católico.
Inés de Moncada vivió en pleno apogeo del Cisma de Occidente, cuando la iglesia se debatía en el dilema que planteaba la existencia de dos Papas: Urbano VI y Clemente VII que se disputaban la autoridad pontificia, un tiempo con tensiones políticas y falta de liderazgo en la iglesia.

